Friday, November 23, 2007

TALLERES REPARACION 'ADN' ROTO





Foto Cadena ADN roto
y
Laboratorio NASA Radiación Espacial



"Talleres de reparación" de ADN dentro de las células de los astronautas podrían salvarlos de los efectos que produce la peligrosa radiación espacial.



Noviembre 7, 2007:

Una bala perdida atraviesa el centro de comando, perforando a su paso equipos vitales y dañando archivos de datos. El equipo de técnicos de reparación entra en acción. El daño debe ser corregido rápidamente; de lo contrario, los sistemas de control podrían estropearse. Es, literalmente, un asunto de vida o muerte y se debe tomar una decisión: intentar arreglar el daño en el lugar de los hechos o transportar las partes averiadas al taller de reparación.

Este es el drama que tiene lugar todos los días en el universo microscópico del interior de las células de los astronautas. Las partículas de radiación espacial de alta velocidad atraviesan el cuerpo de los astronautas. En ciertas ocasiones, una de estas partículas golpea y rompe una cadena de ADN. Debido a que el ADN es el portador de la información genética en las células del cuerpo (y dirige su comportamiento), si está averiado puede dar lugar a un crecimiento descontrolado de las células e incluso puede provocar cáncer.


Afortunadamente, las células cuentan con equipos de enzimas de reparación que intentan corregir los daños. Durante mucho tiempo, los científicos creyeron que estas enzimas acuden al lugar donde se ha producido la lesión y reparan el ADN averiado allí mismo. Sin embargo, investigaciones recientes, llevadas a cabo por Francis Cucinotta, quien es el investigador principal del Programa de Radiación Espacial de la NASA, en el Centro Espacial Johnson, y sus colegas, sugieren que, en determinadas ocasiones, las células podrían trasladar el ADN averiado a "talleres de reparación" muy especiales.


"Es una idea nueva y muy controvertida", dice Cucinotta. "En el pasado, los científicos simplemente no debatían sobre esta idea. Se daba por sentado que las reparaciones se llevaban a cabo en el mismo lugar donde se producía el daño". De hecho, las investigaciones muestran que algunas cadenas de ADN sí son reparadas en el lugar de los hechos. Otras reparaciones, no obstante, son trasladadas.

¿Cuál es la diferencia? "Yo creo que el ADN más dañado es el que es trasladado", afirma Cucinotta.

Si es así, este sistema de traslado podría brindar a los investigadores una herramienta para distinguir entre reparaciones menores y aquellas que son de mayor importancia. A pesar de que con frecuencia las células son capaces de llevar a cabo con éxito pequeñas reparaciones de ADN, también pueden, algunas veces, estropear reparaciones más complejas. Eso puede hacer que la célula se torne más susceptible al cáncer. De modo que la obstrucción selectiva de las reparaciones trasladadas podría dar como resultado que una célula que se encuentra severamente dañada se destruya en lugar de intentar repararse, manteniendo así la salud general del astronauta. "Es posible que sea mejor dejar que mueran algunas células donde se ha producido daño", dice Cucinotta.

Con el propósito de simular la radiación espacial, un equipo de investigadores dirigido por Sylvain Costes, del Laboratorio Nacional Lawrence Berkeley, utilizó muestras de células humanas cultivadas en el laboratorio y las expuso a uno de tres tipos de radiación: rayos gama, rayos-X y núcleos de hierro de alta energía generados en el acelerador de partículas del Laboratorio de Radiación Espacial de la NASA, el cual forma parte del Laboratorio Nacional Brookhaven, en Upton, Nueva York.


Estos núcleos de hierro son muy parecidos a los rayos cósmicos, la forma de radiación espacial más peligrosa y aquella de la cual es más difícil proteger a los astronautas. Los experimentos realizados con núcleos de hierro han dado como resultado la evidencia más contundente de que las células pueden estar trasladando el ADN roto hacia los centros de reparación. Estas partículas de alta velocidad son capaces de atravesar las células en una trayectoria de línea recta. De manera que, cualquier huella del daño causado por un núcleo de hierro debería poder hallarse solamente a lo largo de esa trayectoria.

Sin embargo, ese no fue el patrón que observaron Costes y sus colegas cuando analizaron las imágenes de células reales tomadas a tan sólo 10 minutos de haberlas irradiado. Adhiriendo moléculas fluorescentes a algunas de las enzimas de reparación, los investigadores observaron manchas verdes y fluorescentes en todos los lugares de las células en donde el ADN estaba siendo reparado. Y en lugar de ubicarse solamente a lo largo de la trayectoria donde ocurrió el daño, estas manchas parecieron congregarse también en otros sitios dentro de las células.

"En muchas ocasiones, observamos que las reparaciones se estaban produciendo cerca del límite entre el área densa que contiene todos los cromosomas y las regiones adyacentes más vacías", explica Cucinotta.

Las células podrían estar trasladando sus porciones dañadas allí porque es más fácil, sugiere. La reparación del ADN involucra decenas de enzimas diferentes. En vez de tratar de agrupar todas esas enzimas en el lugar donde se aloja el daño, sería más eficiente para las células si dejaran todas estas enzimas en sitios específicos cerca de los cromosomas y trasladaran el ADN averiado hacia ellas.

"De ese modo, existen mayores probabilidades de que la reparación sea más precisa", expresa Cucinotta. El mecanismo de transporte que las células utilizarían para movilizar el ADN todavía es un misterio que se debe resolver.

A pesar de que la idea sobre talleres de reparación de ADN es muy reciente, tiene un precedente. Cuando las bacterias duplican sus cromosomas, lo hacen pasando el ADN a través de un lugar en la célula llamado origen de la replicación en vez de enviando las enzimas que realizan la tarea de una máquina copiadora hacia cualquier sitio donde se encuentre el ADN.

Si esta idea sobre la existencia de un taller de reparación de ADN es respaldada por investigaciones futuras, tal descubrimiento podría ayudar a la NASA a lidiar con la amenaza para la salud que representa la radiación espacial en los astronautas.

Por lo pronto, entender este sistema de traslado y reparación podría ayudar a los investigadores a mejorar los programas de computadora que utilizan para calcular los riesgos que representa la radiación espacial para la salud. Además, una mejor comprensión de los mecanismos de reparación celular podría revelar nuevos blancos moleculares para drogas que algún día podrían lograr que las células de los astronautas toleren mejor la radiación. Eso transformaría a la bala perdida (o rayo cósmico) en algo un poco menos alarmante.





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