Wednesday, January 09, 2008

EL PRINCIPE, de Maquiavelo






Alguna vez, Aristoteles escribió que para comprender el significado concreto de las cosas hay que, previamente, conocer todos y cada uno de los elementos fundamentales que la componen. Esta sentencia puede ser perfectamente aplicable a esta obra, El Príncipe. Maquiavelo fue su autor, y en ella, nos establece, de una forma directa y sin ningún tipo de neutralidad, todo su pensamiento político de una forma intensamente estructurada que bien podría haberse llamado “Manual del Buen Gobierno” o “ Aprende a gobernar en XXVI lecciones”, o “Como ser una buen príncipe y no morir en el intento”.

El contenido de la mencionada obra constituye un importante bastión dentro de la Historia del Pensamiento, no sólo por sus ideas sino por la ruptura del panorama ensayistico de la época y su historia, en donde no se había concebido nada similar. Es por ello que no me centraré a enumerar sus ideas fundamentales, tan citadas en repetidas ocasiones, sino que desarrollaré una comentario crítico personal en función de sus valores estrictamente literarios, por lo que la política y la historia serán notables por su ausencia.

Ya se ha resaltado anteriormente que la obra literaria de Maquiavelo destaca por su sencillez y su forma directa de exponer las ideas, siempre bien organizadas. El autor decide expresar una opinión y lo hace de forma esquemática: plantea la idea, le añade ejemplos históricos, al menos uno actual y uno perteneciente a la Antigüedad Clásica (el modelo de la época) finalizando con una pequeña síntesis que enfática y recuerda, por tanto, sus razones. De esta forma, Maquiavelo consigue subrayar su tesis por el peso de la Historia, de la historia que él necesita. Por ejemplo, en el capitulo VIII, teorizando a cerca de aquellos príncipes que alcanzaron el poder mediante el crimen, (de forma breve), expone un ejemplo antiguo (Agatocles el Siciliano) y otro contemporáneo a él (Oliverotto de Fermo) que le respalda. A lo largo de los diferentes, e irregulares, en cuanto a extensión, capítulos y párrafos de la obra, Maquiavelo denota un afán y un gusto por la sentencia, recurso, seguramente, utilizado con el objetivo de dotar de un mayor peso y profundidad a cada una de las palabras que utiliza. Esto ocasiona una decaimiento de la lectura a la vez que proporciona la sensación, intencionada, en el lector, de clarificar aquello que es, o no, importante. Subrayemos un par de ejemplos:

“ Los hombres atacan por miedo o por odio”. Cap. VII. Pag. 37.

“ Quien deja lo que se hace por lo que debería hacerse no hace más que aprender la ruina en vez de la salvación propia.” Cap. XV. Pag. 72.

En otras ocasiones, en cambio, las citas o sentencias parecen salirle sin intención, a modo de resignación por la época que vive, que, seguramente, residiesen en su subconsciente, por ejemplo, en el capitulo X, en la pagina 51: “ ...porque en este mundo cambian tanto las cosas que es casi imposible estarse un año paralizados asediando una ciudad”. Otras veces, las citas las incluye sin venir en relación al hilo argumental, quedando como resultado una “prótesis” que resiente la lectura, importante es en el capitulo VI, en la pagina 25, “...aduciré grandes ejemplos. Porque caminando los hombres por senderos ya pisados por otros e imitando sus hechos y no pudiendo llegar a la altura del modelo, ni añadir un palmo a su valor, el hombre prudente ha de entrar siempre por caminos ya hollados por grandes personajes e imitar a los más eminentes para que, si no llega a sus méritos, al menos deje algún testimonio de ellos.”

Por último, me gustaría resaltar dos aspectos que llaman la atención. El primero, pese su búsqueda de una prosa sobria, directa y sencilla, Maquiavelo denota en algún punto un agudo sarcasmo cuando en el capitulo XI, refiriéndose a los principados eclesiásticos aduce: “ ..Sólo estos principados son seguros y felices. Y como están regidos por leyes tan superiores, a las que no puede llegar mente humana, dejaré de hablar de ellos, ya que sería de hombre presuntuoso y temerario referirse a algo mantenido y exaltado por el mismo Dios”. Y segundo, como a poco más de mitad del libro, capitulo XIV, Maquiavelo, como sintiendo la necesidad de explicar el porqué se encuentra escribiendo esto, y adecuándolo a los “deberes” del príncipe, transmite la finalidad, o una posible, de la obra: “ ..el príncipe debe leer las historias y meditar en ellas las acciones de los hombres más excelentes: ver cómo han actuado en la guerra, examinar las razones de sus victorias y de sus pérdidas, a fin de evitar éstas e imitar aquellas; .. ..obrar como lo hizo en el pasado todo varón eminente que hay seguido el ejemplo de los más famosos de tiempos anteriores.”

A modo de conclusión, añadir que, la obra presente destaca por su alto significado político, clave en una época, por su claridez de ideas, algo muy de agradecer en un ensayo político, por ser motivo de controversia, prueba ineludible de su importancia, y un sinfín de motivos añadidos, pero si por algo no destaca, consecuencia inequívoca del estilo del ensayo, es por sus valores literarios, a excepción del principal logro de evitar una lectura gruesa y densa, los cuales han sido previamente comentados. Pese a todo lo comentado, estamos ante una obra más actual que parece y cuyas ideas son más cercanas a nosotros que nuestro subconsciente.

Vía: tepatoken







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