Monday, January 07, 2008

ENCANTADORES Y DULCES ASESINOS









¿Es que tienen que morir unos para que vivamos otros?

¿Es que se tiene que agotar la vida de muchos por falta de alimentos para que otros llenemos los contenedores de basura con las sobras de nuestros selectos menús?

¿Es que tienen que correr ríos de sangre roja para que sigan pudriéndose en sucios placeres las sangres azules?

¿Es que tienen que destruirse las diversas etnias de color oscuro, en guerras intestinas interminables y estúpidas, para que no molesten a las etnias blancas?

¿Quiénes son los que las enfrentan y les llenan las manos de armas sofisticadas? ¿Quiénes son los auténticos responsables de que salgan millones de personas de sus casas y de sus poblados y vaguen macilentos y moribundos por los montes y las selvas, sin más esperanza que hallar una insípida raíz para llegar a la noche?

¿Quiénes son estos nuevos Pol Pot a los que no denuncian los periódicos, porque son ellos mismos los dueños de la noticia?

No es la brutalidad de Fidel Castro la que invitaba, en tiempos pasados muy cercanos, a los famélicos cubanos a alimentarse con pétalos de rosas, como si fueran duendes.
No es el salvajismo de hutus y tutsis los que les hacen luchar hasta el exterminio total de sus razas.
No es el caos incontrolable de los congoleños el causante de la ruina de esta inmensa nación.
No es la incultura de varias naciones africanas las que hunden en la miseria y en el fratricidio a países que vivían con envidiable prosperidad.
No es…. No es… No es…
Ellos son marionetas inconscientes movidos por hilos que penden de manos cultas y perfumadas.
Los poderes político-económicos de naciones blancas civilizadísimas son los que mueven todos estos hilos con una estrategia fría e implacable.

¡La alta diplomacia!

¡Y sus fuerzas oscuras que se mueven por las cloacas de un submundo criminal a las órdenes de los dignos señores del planeta!
Ellas hacen el oficio y ellos formulan las declaraciones oficiales para los medios de comunicación y para adormecer la conciencia mundial.

¿Se podrán librar de culpa todos los que se mueven en esas alturas y que, al menos, son conocedores de la trama?

Esta voracidad codiciosa y asesina presenta un rostro lindo y sereno.

La diplomacia tiene su propio estilo:
Palabras suaves, dichas en tono suave, sin una voz más alta que la otra.

Cuando surge un gobernante visceral que entremezcla sentimientos y pasiones en sus pronunciamientos públicos, se le mira con menosprecio y.... no se le pierde de vista por si necesita ser domado o eliminado.

La cosa viene de lejos.

Un piadoso israelita muy anterior a Jesucristo (Salmo 54), afirma de los ‘diplomáticos’:

“Su boca es más blanda que la manteca, pero desean la guerra; sus palabras son más suaves que el aceite, pero son puñales”.

¡Ay, si el Tercer Mundo pudiera organizar un Tribunal Penal con competencia internacional!


MATÍAS CASTAÑO







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