Tuesday, June 30, 2009

LA POETA DE OBAMA

[URL=http://img134.imageshack.us/i/lapoetadeobama2.png/][IMG]http://img134.imageshack.us/img134/5995/lapoetadeobama2.png[/IMG][/URL]

Saturday, June 27, 2009

LAS MALDIVAS








LAS MALDIVAS
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Las islas Maldivas se componen de más de mil islas e islotes de coral y se encuentran agrupadas en 26 atolones, situadas en el centro del Océano Índico al sur de la India.

Malé es la capital de la república de las Maldivas, localizada en la isla de Malé.

Solo unas doscientas de estas pequeñas islas se encuentran habitadas con una población de alrededor de 200.000 habitantes.

Su clima tropical y húmedo, sus hermosas playas de arena blanca, sus aguas tranquilas y cristalinas y sus paisajes naturales casi vírgenes, hacen de este conjunto de islas maravillosas un paraíso tropical en toda regla.






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Saturday, June 13, 2009

ASTRONAUTA ALCANZADO POR LLAMARADA SOLAR





FOTO 1 : Una de las llamaradas solares de 1972
FOTO 2 : Matroshka, el astronauta artificial



UN ASTRONAUTA FICTICIO ES ALCANZADO
POR UNA LLAMARADA SOLAR (ARTIFICIAL)
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Científicos investigadores están a punto de someter a un astronauta ficticio, que posee células sanguíneas y tejidos humanos simulados, a una llamarada solar artificial.

La manera en que salga de la radiación el desafortunado voluntario revelará por primera vez qué grado de amenaza representan las llamaradas solares reales para los astronautas que viajen a la Luna o a Marte.


Junio 3, 2009:

En agosto de 1972, los astronautas de la nave Apollo apenas lograron escapar de una posible catástrofe.

El 2 de agosto de ese año, una enorme y feroz mancha solar apareció y comenzó a erupcionar, una y otra vez durante más de una semana, produciendo una descarga de radiación de protones solares que batió records.

Ese día, salvaron sus vidas por pura suerte, ya que las erupciones ocurrieron entre las misiones del Apollo 16 y del Apollo 17, así que los astronautas esquivaron la tormenta.

Los investigadores aún se preguntan qué habría sucedido si esto se hubiera producido en otro momento y si los astronautas hubieran sido sorprendidos sin protección alguna en la superficie de la Luna.

La NASA necesita averiguarlo.
La agencia está muy ocupada preparándose para enviar personas a la Luna con el fin de que establezcan un puesto habitado en dicho lugar, lo cual constituye un paso más en el proyecto de mandar seres humanos a Marte o a cualquier otro lugar del sistema solar.
Estas misiones implican que los astronautas salgan de la protección del campo magnético de la Tierra durante meses o incluso años; por eso, la NASA necesita saber cómo mantener a estos exploradores protegidos de las tormentas solares extremas.

Así que los científicos están creando una tormenta de radiación solar artificial aquí en la Tierra, analizando sus efectos sobre un ser humano artificial: Matroshka, el fantoma.


Matroshka, de la Agencia Espacial Europea, y su homólogo de la NASA, Fred, ya han volado a bordo del transbordador espacial y de la Estación Espacial Internacional con el fin de realizar experimentos que muestran cómo otros tipos de radiación espacial, como los rayos cósmicos, penetran en el cuerpo humano.

Ahora, científicos del Laboratorio Nacional Brookhaven, en Upton, Nueva York, están exponiendo un torso artificial a un haz de protones para aprender cómo los astronautas serían afectados por un evento como el que tuvo lugar en 1972. Y saber qué tanto se acerca a una exposición peligrosamente aguda.

En la jerga de los expertos en radiación, una "exposición aguda" es breve pero intensa.
La radiación bombardea al cuerpo durante un tiempo relativamente corto, que puede oscilar desde algunos minutos hasta algunas horas —exactamente igual que durante una llamarada solar.

Esto es diferente de la "exposición crónica" que los astronautas normalmente experimentan cuando viajan al espacio.

Los rayos cósmicos golpean sus cuerpos como una lenta llovizna que se extiende semanas o meses.
Con la exposicón crónica, el cuerpo tiene tiempo de reparar o de reemplazar las células dañadas en el camino, pero una exposición aguda no da tiempo al cuerpo para enfrentarse al da

Los efectos biológicos son muy sensibles al ritmo de la dosis.
Una dosis de radiación transmitida durante un tiempo corto es dos o tres veces más dañina que la misma dosis transmitida durante algunos días.

A simple vista, el evento que tuvo lugar eN agosto de 1972 se podría ubicar dentro de la categoría "aguda" —después de todo, fue una llamarada solar.

Pero hay un problema.
En verdad, se trató de una serie de llamaradas que produjeron una tormenta de radiación más prolongada y menos impulsiva de lo normal.

La exposición a la radiación no hubiera sido ni crónica ni claramente aguda, sino algo intermedio.

En esta área gris, los detalles sobre cuánta radiación penetra efectivamente en los órganos vitales de una persona (comparada con la que es bloqueada por el traje espacial, por la piel y por los músculos) puede determinar la diferencia.

Matroshka está ayudando a los científicos a comprender estos detalles.

Se trata de una réplica de plástico de un torso humano, en tamaño real, sin brazos ni piernas.
La densidad del plástico se asemeja a la de los órganos y tejidos del cuerpo humano; además este fantoma está repleto de cientos de sensores de radiación distribuidos por todo su cuerpo.
Incluso tiene células de sangre humana reales.


Colocan células sanguíneas en pequeños tubos en el estómago y en algunos lugares de la médula ósea, algunos de los cuales están ubicados en las partes profundas del torso, mientras que otros están cerca de la superficie donde hay menos "tejido" que bloquee la radiación.

Una de las preguntas o incógnitas es si las partes menos protegidas de la médula ósea serán golpeadas mucho más fuerte, incrementando de este modo los riesgos de contraer leucemia y otros cánceres.

El uso de células sanguíneas reales permite a los científicos ver qué tanto daña la radiación al ADN.

Las partículas de alta velocidad de la radiación de protones puede colisionar con el ADN, rompiendo así estas largas moléculas.

Usualmente, las células pueden reparar estas fracturas, pero si ocurren varios rompimientos en poco tiempo, el daño puede llegar a ser irreparable.
En el mejor de los casos, la célula se autodestruirá.
En el peor de los casos, se estropeará y crecerá sin control, volviéndose cancerígena.

Para exponer a Matroshka a una tormenta similar a la que se produjo en 1972, los científicos han concebido una manera de simular dicho evento usando un haz de protones de alta energía en el Laboratorio de Radiación Espacial de la NASA, en Brookhaven.

El haz se abre de tal manera que, en el punto donde Matroshka se sienta, tiene una sección transversal de 60 cm —suficientemente grande como para abarcar el torso entero.
Al ir cambiando la energía del haz en varios niveles, los científicos pueden reproducir el espectro de energía propio de los protones del evento de 1972.

En el próximo experimento, liderado por Gunther Reitz, del Centro Aeroespacial Alemán, en la ciudad de Colonia, los sensores de radiación de Matroshka revelarán cuánta radiación de protones alcanza a las diferentes partes del cuerpo del maniquí.

Con protones, uno podría tener un orden de magnitud (un factor de diez) de diferencia entre una parte del cuerpo y otra.

Las lecturas de los resultados ayudarán a los diseñadores de las misiones a determinar cuánta protección se necesita para resguardar a los astronautas reales de una tormenta del estilo de la de 1972.

Estos resultados también conducirán a los científicos en la dirección correcta para desarrollar tratamientos médicos que puedan ayudar a mitigar los efectos de tal evento.

A diferencia de un astronauta real, Matroshka puede soportar varias llamaradas sin experimentar efectos secundarios de larga duración.
Una transfusión rápida de células sanguíneas y listo —Matroshka está preparado para recibir otra llamarada.


Así que...., que comiencen las llamaradas !

Y mantengámonos en contacto para conocer los resultados.









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Tuesday, June 09, 2009

LUNAR OCCULTATION OVER BRISBANE







JUNE 7, 2009
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BRISBANE, AUSTRALIA

Over the weekend, an unscheduled lunar occultation occurred over Brisbane, Australia.



Amateur astronomer Stephen Mudge was outdoors for an stroll and had the presence of mind to snap this picture.


"I came across this rare astronomical event on the evening of June 7th.
The nearly-full Moon was neatly covered by a native brushtailed possum wandering along the telephone wires on my street."


Brushtailed possums are nocturnal marsupials common throughout Australia and Tasmania.

Their habitat ranges widely from eucalyptus forests to urban high-wires. In New Zealand, where they were introduced in 1840, the hungry creatures are widely regarded as pests--a result of too many kitchen break-ins and midnight snacks in vegetable gardens.


Could a knack for astronomy mitigate these crimes?

Mudge thinks so:

"This possum seems to be enjoying the view of the rising Moon, while its tail nicely matches that of Scorpius in the background!"







Monday, June 08, 2009

SPENGLER Y ELECCIONES EUROPEAS






Me pregunto:
¿Por qué oyendo ayer noche los resultados de las Elecciones Europeas 2009, me acordé de Oswald Spengler y su 'Decadencia de Occidente'?

He buscado la razón en su biografía, y "en buena parte" la he encontrado.

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OSWALD SPENGLER: SU VIDA Y SUS IDEAS
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Nació en la ciudad de Blankenburg, en Alemania Central, en 1880 como el mayor de cuatro hermanos y el único varón.
La familia de su madre tenía una orientación más bien artísica pero su padre, originalmente técnico minero y luego empleado de correos, le dio a la familia un modesto pero sólido nivel de clase media.

Nunca gozó de una salud demasiado buena. Durante toda su vida lo atormentaron frecuentes problemas, entre dolores de cabeza y ansiedades, aunque ello no le impidió concentrarse y concebir ideas de verdadera envergadura.

A la edad de diez años se mudó junto con su famila a la ciudad universitaria de Halle recibiendo una educación media clásica que incluyó griego, latín, matemáticas y ciencias naturales.
Por esta época desarrolló también una fuerte inclinación por las artes, especialmente por la poesía, el drama y la música.
En esta etapa fue influenciado por Goethe y Nietzsche, recibiendo de ellos una orientación general que no abandonaría a lo largo de su vida.

Después de la muerte de su padre en 1901, ingresó a la Universidad de Munich. Siguiendo la costumbre de la época, prosiguió sus estudios en otras universidades – primero en Berlin y luego en Halle – dedicándose principalmente a las culturas clásicas, a las matemáticas y a la física.
Su educación universitaria fue mayormente financiada por una herencia recibida de una tía fallecida.

Su tesis doctoral en Halle versó sobre Heráclito, el “filósofo oscuro” de la Antigua Grecia de quien proviene la memorable y reiteradamente citada frase de “la guerra es el padre de todas las cosas”.

Fracasó en el primer examen por “insuficientes referencias” – una característica bibliográfica que algunos críticos posteriores no han cesado de resaltar con mal disimulado placer.
No obstante, aprobó el examen en un segundo intento, en 1904, y con una segunda disertación adicional calificó como profesor.

Su primer empleo fue en una institución en Saarbrücken. De allí se dirigió a Düsseldorf y a Hamburgo. Enseñó matemáticas, física, historia y literatura alemana, despertando la admiración y el respeto de todos sus alumnos.
Sin embargo, la docencia no era su vocación.
A la muerte de su madre recibió una herencia que le garantizó una razonable independencia económica y con ello en 1911 se le presentó la oportunidad de independizarse.

Se estableció en Munich.
Comenzó a escribir un libro sobre la política de su época.
Originalmente la obra estuvo pensada como una exposición y explicación de las corrientes políticas europeas de su tiempo que incluían una carrera armamentista en aumento, el “acorralamiento” de Alemania por parte de la Entente (la Entente Cordiale entre Gran Bretaña y Francia que todavía continúa), además de un seguido de crisis internacionales y el aumento de la polarización entre las distintas naciones.

Sin embargo, hacia fines de 1911, de pronto se dió cuenta de que los sucesos cotidianos sólo podían ser interpretados en términos globales o culturalmente totalizadores.

Vió a Europa marchar hacia un suicidio que no sería sino el primer paso hacia el ocaso final de la cultura europea en el mundo y en la Historia.


La Primera Guerra Mundial (1914-1918) sólo le confirmó la validez de una tesis ya desarrollada.
Su obra comenzó a ampliarse, mucho más allá de sus límites iniciales.

Por desgracia, la crisis económica le afectó también a él.
La mayor parte de sus inversiones resultó pulverizada por la guerra y terminó viviendo los años de la contienda en una real y marcada pobreza.

No obstante, continuó con su trabajo – escribiendo muchas veces a la luz de una simple vela – y para 1917 estaba listo para publicar.

Como es obvio, tuvo enormes dificultades para hallar a un editor.
En parte, la obra no era lo que hoy llamaríamos “comercial”, pero principalmente el caos de guerra no favorecía precisamente el negocio editorial.
Con todo, en el verano de 1918, coincidentemente con el colapso de Alemania, apareció el primer tomo de “La Decadencia de Occidente”, subtitulado “Forma y Realidad”.

Para gran sorpresa, tanto de Spengler como de su editor, el libro fue un éxito inmediato y sin precedentes.

Ofrecía una explicación racional para el gran desastre europeo, presentándolo como parte de un gran proceso mundial prácticamente inevitable.
Fue aceptado especialmente por los lectores alemanes pero muy pronto el libro se volvió popular por toda Europa y rápidamente se tradujo a varios idiomas.

En 1919 el nombre de Spengler estaba en boca de todo el mundo.

Pero así como la obra fue un éxito, también despertó envidias y celos entre los historiadores reputados de profesionales.

Comenzaron, por de pronto, considerándolo como el trabajo de un “amateur”.
Se levantaron voces criticando algunos errores puntuales pero, principalmente, el expreso y deliberado enfoque “acientífico” del autor.

Frente a ello y en cuanto a la validez de sus tesis, aún hasta el día de hoy los lectores de Spengler sólo tendrían que responder:
“Miren un poco a su alrededor. ¿Qué es lo que ven?”.

En 1922 Spengler publicó una segunda edición revisada del primer tomo, con revisiones y correcciones menores.
Al año siguiente apareció el segundo tomo subtitulado “Perspectivas de la Historia Universal”.
No hay correcciones posteriores.

Spengler se declaró satisfecho de su trabajo y todas sus manifestaciones y publicaciones posteriores no son, en cierto sentido, más que ampliaciones y variaciones sobre el tema básico establecido en su obra principal.

La Decadencia de Occidente

La idea fundamental y los componentes principales de La Decadencia de Occidente no son difíciles de comprender ni de explicar. (Dicho sea de paso: la básica sencillez de la obra es precisamente una de las cosas que siempre exasperó a los críticos profesionales).

Por de pronto, para entender adecuadamente a Spengler, lo primero que hay que hacer es tomar conciencia del enfoque especial con el cual considera a la Historia.

Él mismo lo califica de “fisiomático”, vale decir: observando las cosas directamente, sin aditamientos cientificistas.

En otros autores, demasiadas veces el verdadero significado de las cosas termina oscurecido por toda una maraña de “hechos” mecánico-científicos – que son precisamente los únicos considerados por los “historiadores científicos” carentes de imaginación y renuentes a considerar cualquier cosa que esté más allá de lo evidentemente visible.

Utilizando su enfoque Spengler confiaba en que se podría descifrar el enigma de la Historia y más aún: hasta predeterminar esa Historia.

Sus tesis básicas son las siguientes:

Visión cíclica

La visión “lineal” de la Historia debe ser abandonada a favor de una visión cíclica. Hasta ahora la Historia, y en especial la de Occidente, ha sido considerada como una progresión lineal de lo bajo hacia lo alto, a modo de peldaños de una escalera, llevando hacia una progreso ilimitado.

De este modo, la Historia de Occidente termina siendo considerada como un desarrollo progresivo: tenemos Historia griega, romana, medieval y moderna; o bien antigua, medieval y contemporánea.

Este concepto, insistía Spengler, es tan sólo el producto del ego occidental – como si todo en el pasado apuntase a él, como si todo lo que sucedió sirvió tan sólo para posibilitar que él apareciese como el heredero más perfeccionado de la cadena evolutiva.

Frente a esta visión simplista y secuencial, Spengler propone la noción de una Historia que se mueve por ciclos definidos, observables y – al menos básicamente – independientes.

Símbolos máximos

Los movimientos cíclicos de la Historia no son los que corresponden a las meras naciones, Estados, razas o acontecimientos.
Son los relacionados con las Altas Culturas.

La Historia consignada de la humanidad nos ofrece ocho de ellas:
la índica, la babilónica, la egipcia, la china, la mejicana (maya y azteca), la árabe (o “mágica”), la clásica (Grecia y Roma) y la europea-occidental.

Cada cultura tiene un carácter distintivo, un “símbolo máximo”.

Para la cultura egicpia, por ejemplo, este símbolo fue el “camino” o “sendero” que puede descubrirse en la preocupación de los antiguos egipicios – tanto en religión como en el arte y la arquitectura – por las etapas secuenciales transitadas por el alma.

El símbolo magno de la cultura clásica fue su preocupación por el “punto presente”, esto es: la fascinación con lo cercano, lo pequeño, con el “espacio” de la visibilidad inmediata y lógica.
A esto se refiere la geometría euclidiana, el estilo bidimensional de la pintura clásica y el de la escultura de los relieves.
Jamás se verá en ellas un punto de fuga en el fondo – en la medida en que haya un fondo en absoluto.
También con esto se relaciona la inexpresividad facial de las esculturas griegas, haciendo patente que el artista no considera nada que se halle más allá de lo externo.

El símbolo máximo de la cultura occidental es el “alma fáustica” (de la leyenda del Doctor Fausto), que expresa la tendencia a ascender y a tratar de alcanzar nada menos que el “infinito”.
Sucede que este símbolo es trágico, porque expresa el intento de alcanzar lo que el mismo interesado sabe que es inalcanzable.
Se ejemplifica en la arquitectura gótica; muy en especial en el interior de las catedrales góticas con sus líneas verticales y su aparente ausencia de “techo”.

El “símbolo máximo” lo impregna todo en la cultura y se manifiesta en el arte, en la ciencia, en la tecnología y en la política.
Cada espíritu cultural se expresa especialmente en su arte y cada cultura tiene la forma de arte que mejor representa su propio símbolo.

La cultura clásica se expresó principalmente en la escultura y en el drama.
En la cultura occidental – después de la arquitectura de la época gótica – la gran forma representativa fue la música que es, de hecho, la expresión más perfecta del alma fáustica ya que trasciende los límites de lo visible para incursionar en el “ilimitado” mundo del sonido.

Desarrollo orgánico

Las Altas Culturas son organismos “vivientes”. Siendo orgánicas por naturaleza, deben pasar por los estadios de nacimiento, desarrollo, plenitud, decadencia y muerte.
Esta es la “morfología” de la Historia.

Todas las culturas anteriores han pasado por estas diferentes etapas y la Cultura Occidental simplemente no puede ser una excepción.
Más aún: hasta es posible detectar en cual de esos estadios orgánicos se ubica actualmente.

El punto más alto de una cultura es su fase de plenitud, que es la “fase cultural” por antonomasia.
El comienzo de la declinación y el decaimiento de una cultura está constituido por el punto de transición entre su fase “cultural” y su fase de “civilización” que le sigue de modo inevitable.

La fase de “civilización” se caracteriza por drásticos conflictos sociales, movimientos de masas, continuas guerras y constantes crisis.

Todo ello conjuntamente con el crecimiento de grandes “megalópolis”, vale decir: enormes centros urbanos y suburbanos que absorben la vitalidad, el intelecto, la fuerza y el espíritu de la periferia circundante.
Los habitantes de estas aglomeraciones urbanas – comprendiendo al grueso de la población – se convierten en una masa desarraigada, desalmada, descreída y materialista, sin más apetitos que el pan y el circo instrumentados para mantenerla medianamente conforme.

De esta masa provienen luego los felahs subhumanos, típicos representantes de una cultura moribunda.

Con la fase de la civilización viene el gobierno del dinero y sus herramientas gemelas:
la democracia y la prensa.

El dinero gobierna al caos y sólo el dinero saca provecho del mismo.

Pero los verdaderos portadores de la cultura – las personas cuyo espíritu todavía se identifica con el alma de la cultura – sienten repugnancia ante este poder plutocrático y sus felahs servidores.
Consecuentemente, se movilizan para quebrar este poder y tarde o temprano tienen éxito en su empresa pero dentro del marco de una sociedad ya masificada.

La dictadura del dinero desaparece pero la fase de la civilización termina dando lugar a la siguiente, que es la del cesarismo, en dónde grandes hombres se hacen de un gran poder, ayudados en esto por el caos emergente del último período de los tiempos plutocráticos.
El surgimiento de los césares marca el regreso de la autoridad y del deber, del honor y de la estirpe de “sangre”, y el fin de la democracia.

Con esto llegamos a la fase “imperialista” de la civilización, en la cual los césares con sus bandas de seguidores combaten entre si por el control de la tierra.

Las grandes masas o bien no entienden lo que sucede, o bien no les importa.

Las megalópolis se deshabitan lentamente y las masas poco a poco “regresan a la tierra” para dedicarse a las mismas tareas agrarias que ocuparon a sus antepasados varios siglos atrás.
El frenesí de los acontecimientos pasa por sobre ellos.

Y en ese momento, en medio de todo ese caos, surge una “segunda religiosidad”;
un anhelo a regresar a los antiguos símbolos de la fe de esa cultura.

Las masas, fortificadas de ese modo, adquieren una especie de resignación fatalista y entierran sus esfuerzos en el suelo del cual emergieron sus antepasados.

Contra este telón de fondo, la cultura y la civilización creada por ella, se desvanecen.


Ciclos vitales predecibles:
El lapso de vida de toda cultura puede establecerse en alrededor de mil años.

La cultura clásica existió desde el 900 AC hasta el 100 DC.

La árabe (hebrea, semítica y cristiano-islámica) desde 100 AC hasta 900 DC.

La occidental desde 1000 DC hasta 2000 DC.

No obstante este lapso no es más que un promedio estadístico, en el mismo sentido en que la vida promedio de una persona puede fijarse aproximadamente en 70 años. (Promedio que en la actualidad se ha superado)

El caso concreto puede ser que nunca se llegue a dicha edad y puede también ser que la sobrepase por unos cuantos años.

De hecho, la muerte de una cultura puede prolongarse por algunos siglos y también puede producirse de forma súbita debido a factores externos, como ocurrió con la cultura mejicana precolombina.

Por otro lado, a pesar de que cada cultura tiene un alma propia y constituye esencialmente una entidad por si misma, el desarrollo del ciclo de vida es paralelo en todas las culturas.

Para cada fase del ciclo en una cultura determinada, y para todos los acontecimientos que afectan su curso, existe una contrapartida en la Historia de cada una de las demás culturas.
De este modo, Napoleón, que inició la fase de la civilización en la cultura occidental, tiene su contraparte en Alejandro Magno que inició el mismo proceso en la cultura clásica. (¿Alguien recuerda las "Vidas paralelas" de Plutarco?)
De ahí la “contemporaneidad” de todas las Altas Culturas.

En resumen, lo que Spengler propone es considerar a la Historia de los seres humanos como el registro de los ciclos que marcan el surgimiento y la caída de grandes culturas concebidas como formas vivientes suprahumanas, orgánicas por naturaleza, que deben necesariamente pasar por las etapas naturales de todo organismo:
nacimiento, vida y muerte.

Aun cuando constituyan entidades separadas, todas presentan un desarrollo paralelo con lo que los acontecimientos y las fases de una de ellas hallan sus correspondientes acontecimientos y fases en las demás.

En consecuencia, desde la perspectiva de nuestro siglo es posible comprender la historia cíclica de las culturas anteriores a la nuestra y, de este modo, predecir la decadencia y caída de la Cultura Occidental.

La polémica :

No hace falta decir que una teoría como la brevemente esquematizada, sacudió los cimientos del mundo intelectual (y semi-intelectual) de su época.

Aún cuando pueden citarse como antecedentes a Giambattista Vico, a Nikolai Danilevsky y hasta a Nietzsche mismo, la tesis resultó ser por demás provocativa – aunque cabe indicar, para ser totalmente justos, que además de lo brillante de su exposición, Spengler contó a su favor con un momento excepcionalmente favorable como lo fue el fin de la Primera Guerra Mundial.

Es cierto que hay obras más fáciles de leer que La Decadencia de Occidente; como que también los hay más complejas.

En parte, la razón de su gran éxito al momento de su aparición es, curiosamente, también el punto probablemente más criticado por sus adversarios: su estilo.

Burlándose del “academicismo” que exigía afirmaciones prudentes y condicionales – apoyadas a cada paso con prolijas notas al pié y referencias bibliográficas – Spengler sencillamente le dio rienda suelta a sus opiniones y juicios.
Muchos pasajes tienen un estilo marcadamente polémico, poco orientado hacia posibles desacuerdos.

Los dos tomos de la obra, haciendo abstracción ahora del estilo y de su metodología no convencional, constituyen en esencia una amplia justificación de las ideas presentadas, tomada de la Historia de las diferentes grandes culturas.

Spengler utilizó el método comparativo que, de hecho, resulta ser el adecuado una vez que se admite como cierto que todas las fases de una Alta Cultura se corresponden con las de cualquier otra.
Por otra parte, probablemente no hay ser humano en el mundo capaz de retener en su cerebro la totalidad de la Historia de la totalidad de las culturas, por lo que tampoco se le puede echar en cara a Spengler el que haya tratado algo superficialmente a las culturas de Méjico, la India, Egipto, Babilonia y China, concentrándose con mayor detalle en las culturas árabe, clásica y occidental.

La parte más valiosa de su trabajo – y esto es algo reconocido hasta por sus críticos – es el paralelo efectuado entre la cultura clásica y la occidental.

Pero, aparte de ello, Spengler contaba con algo que, por lo general, brilla por su ausencia en las obras de los historiadores profesionales:
Un vasto y profundo conocimiento de las artes en general.
Esto le permitió enfatizar su importancia en la interpretación del simbolismo y del sentido intrínseco de cada cultura.

Además, incluso en el árido terreno de las matemáticas nos ofrece un pensamiento inquietante.
Cuando analiza el significado de los números nos muestra que la matemática – casi unánimemente aceptada por el mundo académico como el “conocimiento universal” por excelencia – tiene significados diferentes en distintas culturas.
Por más que parezca una paradoja, los números significan algo distinto según las personas que los utilizan.


Pero, por supuesto, el colocar al Occidente actual dentro del esquema histórico cíclico, fue lo que levantó la mayor cantidad de polémicas.
Tal como lo indica el mismo título del libro, Spengler consideró que Occidente estaba condenado a tener el mismo destino esencial que habían tenido todas las culturas anteriores; es decir: decaer y, finalmente, perecer.

Según su visión, Occidente se hallaba en la mitad de su fase de “civilización” la que, en términos genéricos, había comenzado con Napoleón.

El advenimiento de los Césares (de quienes Napoleón habría sido nada más que un anticipo) se encontraba quizás sólo a un par de décadas.
Con todo – y contrariamente a lo que suelen afirmar quienes únicamente lo han leído a medias y quienes jamás lograron entenderlo – Spengler no predicó ningún fatalismo ni predicó tampoco una ciega resignación ante el destino.

En un ensayo publicado en 1922 insistió en que los hombres de Occidente tenían que seguir siendo hombres y hacer todo lo que estuviese a su alcance para aprovechar las enormes posibilidades que todavía tenían disponibles.

Y por encima de todo, debían aceptar un imperativo absoluto:
destruir el dinero y la democracia, especialmente en el terreno de la política que es, por antonomasia, el territorio de las empresas de gran envergadura.


Después de la publicación del primer tomo de La Decadencia de Occidente, el pensamiento de Spengler se volcó cada vez más hacia la política cotidiana de Alemania.
Después de haber sido testigo de la revolución comunista en Baviera y de la breve república soviética resultante, escribió un breve libro titulado “Prusianismo y Socialismo”.
Su tesis principal fue que existía una trágica confusión en los términos.

Proponía que conservadores y socialistas, en lugar de masacrarse mutuamente, marcharan juntos bajo la bandera del socialismo.

En su opinión, el socialismo no era lo que Marx con su materialismo dialéctico había hecho de él sino esencialmente algo igual al espírtu prusiano:
Un socialismo de la comunidad alemana basado en su típico concepto ético del trabajo, la disciplina y la jerarquía orgánica como elementos opuestos al “dinero”.

A este socialismo “prusiano” lo contrastó fuertemente contra la ética capitalista inglesa por un lado y contra el marxismo por el otro, deduciendo que este último se limitaba a proponer un “capitalismo para el proletariado”.

Su idea de corporaciones que no fuesen propiedad del Estado pero en las cuales éste tuviese un poder de dirección y control, sin llegar a asumir la responsabilidad directa por los distintos segmentos privados de la economía, se emparenta bastante con la posterior visión expuesta por Werner Sombart en su obra “Socialismo Alemán” (Deutscher Sozialismus – 1934).

Sin embargo, ni el “socialismo prusiano” de Spengler encontró un eco favorable en el mundo de su época, ni tampoco Spengler mismo halló la forma de establecer relaciones firmes con los políticos de su tiempo.
En 1924 intentó apoyar al general Hans von Seekt pero el proyecto no prosperó.

Volvió a sus estudios y trabajos publicando “Hombre y Técnica” en 1931.
En él, advierte que el desarrollo de tecnologías avanzadas es algo propio y característico de Occidente y que los europeos no deberían entregarlas en forma indiscriminada a la periferia extra-europea.
Previene que, de hacerlo, el hombre europeo algún día se verá amenazado y atacado por las razas de color que destruirán a Occidente utilizando justamente la tecnología occidental.

Ideología política

Algunos críticos – no precisamente los más brillantes –acusan a Spengler de haber sido algo así como “promotor” o “precursor” del nacionalsocialismo alemán que llegó al poder en Alemania con Hitler en 1933.

La verdad es que Spengler no sólo jamás fue miembro del NSDAP sino que, incluso, no se llevó para nada bien con las autoridades del partido.
Gregor Strasser y Ernst Hanfstängl intentaron reclutarlo sin éxito y, a pesar de que efectivamente votó por Hitler (y en contra de Hindenburg) en 1932, la verdad es que se entrevistó con Hitler una sola vez – en Julio de 1933.
De dicha entrevista nunca surgió una simpatía mutua y mucho menos una colaboración.

Cuando en 1933 publicó “Años Decisivos ” (Die Jahre der Entscheidung) su visión crítica del nacionalsocialismo recién instalado en el poder se hizo más evidente todavía.
En esencia, lo que Spengler le recriminaba a Hitler y a sus partidarios era una visión demasiado estrecha, demasiado chauvinista, de la cuestión europea.

Aún dándole a las cuestiones raciales una importancia considerable, Spengler entendió a Europa como un único bloque geopolítico y cultural y las confrontaciones entre naciones europeas le parecían directamente proposiciones al suicidio.

Tanto es así que predijo la Segunda Guerra Mundial.

Advirtió a Hitler y a su partido que no se le estaba prestando la atención debida a las fuerzas hostiles existentes fuera de Alemania:
“... los nacionalsocialistas creen que pueden darse el lujo de ignorar al mundo que se les opone y construir sus castillos en el aire sin crear una reacción, quizás callada pero muy palpable, en el extranjero.”

Al final, las autoridades prohibieron la venta del libro, aunque también es cierto que lo hicieron tarde y bastante después de que ya lograra una importante distribución.



Oswald Spengler murió de un paro cardíaco en su vivienda de Munich, el 8 de Mayo de 1938, el año anterior al estallido de la Segunda Guerra Mundial.

Falleció convencido de que había encontrado una satisfactoria explicación de la Historia y de que los acontecimientos de su tiempo confirmaban todas las tesis expuestas en La Decadencia de Occidente.

Estuvo hasta el último momento persuadido de que el mundo occidental vive un período de decadencia y el hecho nunca dejó de preocuparle profundamente.
Amaba esta cultura demasiado y le dolía verla caer en el ocaso.

Y a quienes piensan que estaba equivocado sólo cabría reiterarles lo ya apuntado antes en esta reseña:

Miren un poco a su alrededor.

¿Qué es lo que ven?

Ojalá la pregunta y el libro de Spengler sirvan para reflexionar y recapacitar.

Porque, a juzgar por lo que podemos ver todos los días y por cómo va nuestro mundo, hay solamente tres posibilidades:

O bien Spengler tenía razón, o bien estamos haciendo algo muy mal, o bien ambas cosas son ciertas.










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LOS RED ARROWS









LOS RED ARROWS
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Fotos:

Piloto bajando de su red Arrow.
Los Red Arrows escoltan un Concorde en el 50 aniversario de la Reina, Londres
Los Red Arrows en formacion con dos Supermarine Spitfire PRXIX's en la RIAT de 2005
Diez Red Arrows,: los 9 de la formación y uno de reserva

El grupo Acrobático de la Royal Air Force, los Red Arrows, fue instalado en RAF Kemble, dependiente de la CFS, que tenía su sede en RAF Little Rissington. Este emplazamiento fue considerado como la casa "oficial" de los Arrows.
Las aeronaves de los Arrows volarían frecuentemente a Rissington por motivos de mantenimiento.
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Cuando RAF Scampton se convirtió en el Cuartel General de las CFS en 1983, los Arrows se mudaron ahí.

Como una medida económica, Scampton cerró en 1995, y por tanto los Red Arrows se mudaron solo 20 millas a Cranwell; sin embargo, como aún usaban el espacio aéreo sobre Scampton, las instalaciones de emergencia y pistas tuvieron que ser mantenidas.

Desde el 21 de Diciembre de 2000, los Red Arrows han estado instalados otra vez en RAF Scampton, cerca de Lincoln.

La primera escuadrilla, dirigida por el Líder de Escuadrilla Lee Jones, tuvo 7 pilotos y voló el jet de entrenamiento Folland Gnat T1.

El primer show en el Reino Unido fue el 6 de mayo de 1965 en Little Rissington para la prensa.

En el siguiente National Air Day show en Francia - tres días más tarde en Clermont Ferrand - un periodista francés definió a la escuadrilla como "Les Fleches Rouge", confirmando así el nombre "The Red Arrows".

Al finalizar su primera temporada, los Red Arrows habían realizado 65 exhibiciones en Gran Bretaña, Francia, Italia, Holanda, Alemania y Bélgica, y fueron recompensados con el trofeo Britannia por el Royal Aero Club por su contribución a la aviación.

En 1968, el entonces Líder de Escuadrilla Ray Hanna amplió la unidad de siete a nueve jets, puesto que deseaba expandir las habilidades y el cambio de formaciones.

Fue durante esta temporada cuando la formación 'Diamond Nine' fue creada y desde entonces ha permanecido como la formación característica de la escuadrilla.

Ray Hanna estuvo como Red Leader durante cuatro años consecutivos hasta 1969, un récord de permanencia como líder que por el momento permanece.

Por sus considerables logros en aviación al frente del grupo, Ray Hanna fue reconocido con una barra a su existente Air Force Cross (AFC).

Tras haber volado 1292 veces en el Folland Gnat, los Red Arrows aceptaron la entrada de los Hawk en el invierno de 1979.
Desde que entraron en servicio con los Red Arrows, los Hawk han volado con los Red Arrows en 50 países.

El 9 de septiembre de 2003, una de las aeronaves se salió de la pista en el aeropuerto de Jersey. El piloto, el teniente de aviación Jez GRiggs, condujo el jet a un montículo de grava y un pequeño daño fue causado. Nadie fue herido.

La exhibición no se vio afectada porque los Red arrows tienen un avión de reserva con ellos.

En Julio de 2004 hubo una especulación en los medios de comunicación británicos[3] que los Red Arrows serían disueltos, debido a una revisión en el presupuesto de defensa, debido a los gastos que ocasionaba su mantenimiento (de 5 a 6 milliones de £.

Los Red Arrows no fueron disueltos y los gastos han sido justificados con su gran valor como relaciones públicas, porque los Arrows ayudan a desarrollarr negocios en la industria de defensa, y también porque actúan como un mecanismo de reclutamiento para la RAF.

De acuerdo con la BBC, es muy poco probable que los Red Arrows sean disueltos en el futuro, puesto que son una importante atracción por todo el mundo.
Esto fue reiterado por el Primer Ministro, Tony Blair, en 2007.

Con la planeada eliminación de la base RAF Scampton, la futura casa de los Red Arrows era incierta.

Una mudanza a RAF Waddington, en Lincolnshire, o RAF Leeming, en North Yorkshire, antes del final de la primera década del siglo XXI era posible.

El 20 de mayo de 2008, meses de especulación terminaron cuando se hizo público que el Ministerio de Defensa desplazaba a los Red Arrows a la cercana base RAF Waddington.












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Tuesday, June 02, 2009

KEEP THAT SMILE









"NINE MONTHS LATER" !!!!
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Jack decided to go skiing with his buddy, Bob.
So they loaded up Jack's minivan and headed north.

After driving for a few hours, they got caught in a terrible blizzard.
So they pulled into a nearby farm and asked the attractive lady who answered the door if they could spend the night.

'I realize it's terrible weather out there and I have this huge house all to myself, but I'm recently widowed,' she explained. 'I'm afraid the neighbors will talk if I let you stay in my house.'

'Don't worry,' Jack said. 'We'll be happy to sleep in the barn.
And if the weather breaks, we'll be gone at first light.'
The lady agreed, and the two men found their way to the barn and settled in for the night.

Come morning, the weather had cleared, and they got on their way.
They enjoyed a great weekend of skiing.


But about nine months later, Jack got an unexpected letter from an attorney.

It took him a few minutes to figure it out, but he finally determined that it was from the attorney of that attractive widow he had met on the ski weekend.


He dropped in on his friend Bob and asked, 'Bob, do you remember that good-looking widow from the farm we stayed at on our ski holiday up north about 9 months ago?'

'Yes, I do.' Said Bob.

'Did you, er, happen to get up in the middle of the night, go up to the house and pay her a visit?'

'Well, um, yes!,' Bob said, a little embarrassed about being found out, 'I have to admit that I did.'

'And did you happen to give her my name instead of telling her your name?'

Bob's face turned beet red and he said:

'Yeah, look, I'm sorry, buddy. I'm afraid! I did.' 'Why do you ask?'


'Oh...., She just died and left me everything.' !!!!!!!!!


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(And you, the readers, thought the ending would be different, didn't you?...

You know you smiled...


Now keep that smile for the rest of the day!)










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